lunes, 28 de agosto de 2017

Metales aún pesan fuerte en la cuenca del Pilcomayo


A SU PASO

Los municipios afectados directamente por el río Pilcomayo son Yamparáez, Monteagudo, Huacareta, Muyupampa, Yotala, Villa Abecia, Las Carreras, Culpina, Villa Charcas, Incahuasi, Azurduy, Tarvita, San Lucas, Sucre (distrito 8), Icla, Macharetí y Huacaya.

La presencia de plomo en las aguas del Río Pilcomayo que pasan por Chuquisaca supera hasta en un 254% el mínimo permitido por ley en la zona más expuesta a este metal, que si bien no es el único que se encuentra en la cuenca, es el que tiene índices más altos y causa mayor preocupación por su alta toxicidad.

Otros metales también están presentes en las aguas del río Pilcomayo, pero el plomo es uno de los que rebasa los índices mínimos permitidos por la ley hasta con un 254% en la localidad de Tasapampa (Yotala), sin embargo, si bien su presencia se reduce en otros puntos a incluso por debajo del límite permitido, se debe remarcar que de acuerdo con la Organización Mundial de la Salud (OMS), ningún parámetro de exposición puede ser considerado seguro, ya que es un compuesto que se acumula dentro del organismo y no se elimina.

Su presencia puede causar distintas enfermedades sin discriminar la edad de las personas, pero es especialmente peligroso para niños y mujeres embarazadas, por lo que el organismo recomienda el control de la exposición al metal.

La identificación de plomo en el Pilcomayo data de hace varios años y de hecho, el porcentaje de su contaminación varía a lo largo del paso del río por la región.

El mercurio, el antimonio, el zinc, el arsénico y el cadmio son los otros químicos presentes en el río de curso internacional que irriga territorio de Bolivia, Argentina y Paraguay, y cuya contaminación es un problema internacional.

Según el secretario de Medioambiente y Madre Tierra de la Gobernación de Chuquisaca, Yamil Flores, las mediciones que se hacen anualmente en el trayecto del río por el Departamento evidencian que hay mayor presencia de metales en las zonas cercanas a Potosí, mientras que en los municipios más alejados, la contaminación por metales se reduce.

“De los seis elementos que se analizan, el plomo estaría fuera de los lugares permitidos, los demás elementos se mantienen hacia lo permisible y hacia abajo, en los puntos de muestreo, el nivel de plomo baja bastante, ya por ejemplo en Huacareta los niveles están dentro de lo permisible”, detalla el Secretario.

En Chuquisaca se realizan muestreos en época de lluvias y época seca, en cuatro puntos del cauce del Pilcomayo: Puente Méndez (Yotala), Sotomayor (Yamparáez), Icla y el puente Aumá (Huacareta).

METALES, DEL RÍO A LA COMIDA

De acuerdo con la coordinadora departamental de la Comisión Minera de la Asociación Sucrense de Ecología (ASE), Lizbeth Cervantes, en los monitoreos que realizaron hasta 2014 se encontró problemas de contaminación por metales especialmente en zonas de La Mendoza y Taygata, que son parte de los municipios de Yamparáez e Icla, respectivamente.

Sin embargo, no son sólo las personas que habitan en las zonas aledañas al Pilcomayo las que pueden tener problemas de salud por la contaminación con la que viven, sino también la población en general que se alimenta de productos de esas zonas.

En síntesis se puede decir que los metales pasan por el Pilcomayo, son absorbidos por los tubérculos que se nutren de sus aguas y terminan en los platos de todos, comenta Cervantes.

Muchos de los comunarios incluso niegan el origen de sus productos cuando llegan a Sucre a vender sus hortalizas, pues hay cierto rechazo a comprar alimentos de esa zona precisamente por su cercanía al río, afirma.

FUENTES Y CULTIVOS ALTERNATIVOS

La situación motivó a que la ASE ejecute un proyecto para el cambio de producción de los lugareños de La Mendoza (Yamparáez), tanto migrando de parcelas como de tipo de cultivo.

El cambio se viabilizó luego de la perforación de pozos en el lugar, para dotar a los comunarios de fuentes alternativas de agua, disminuyendo así su dependencia del Pilcomayo. El proyecto ejecutado en 2016, consistió en que los productores usen parcelas ubicadas cerca de los pozos y sin sedimentos de contaminación por metales.

Y para no dejar las parcelas aledañas al río Pilcomayo inutilizables, la ASE propone el cambio de cultivo de hortalizas a flores, que al no ser productos de consumo, no afectan a la salud de la población, comenta Cervantes.

Con el proyecto se reducirá la vulnerabilidad de las personas a la contaminación minera en La Mendoza y el uso de fuentes alternativas de agua para cultivos y consumo.

“Hace unas semanas se hizo la evaluación en el programa, con el afán de hacer seguimiento correspondiente, y los comunarios están satisfechos y animados de que ven que pueden producir en sectores donde no producían antes, con aguas de pozo que se logró también con el apoyo de la Gobernación que hizo los pozos y como ASE Lidema (Liga de Defensa del Medio Ambiente) fuimos apoyando en el proyecto”, indica Cervantes.

Un total de 103 familias en La Mendoza fueron beneficiadas con el proyecto de uso de fuentes alternativas de agua, que ya ofrecen en los mercados de la ciudad hortalizas y verduras libres de la exposición a metales.

CONTAMINACIÓN LATENTE

Sin embargo, son muchas más las familias que requieren acciones para disminuir su exposición a la contaminación por metales, pues sólo en Chuquisaca son 17 los municipios por los que pasa el río cuya extensión total es comparable a la superficie de Italia y cuya descontaminación podrá tomar entre 50 a 100 años de trabajo, según Cervantes.

“Aún continúa la contaminación minera, tal vez no en la magnitud de otras gestiones, pero sí podemos afirmar que seguimos siendo contaminados. La Gobernación tenía el plan maestro del río Pilcomayo que tenía varias acciones para reducir la contaminación minera y para descontaminar el río, pero vemos que tampoco hemos avanzado en esa temática por lo que si queremos descontaminar debemos hacer acciones inmediatas”, recomienda.

De acuerdo con el monitoreo más reciente de la Gobernación de Chuquisaca sobre el estado del Pilcomayo, el plomo rebasa en un 254% el límite de 0.05 miligramos por litro de agua en Tasapampa, con una presencia de 1.1773, mientras que en Sotomayor se identificó 0.0072 miligramos por litro, Taygata 0.0241 y en Puente Arumá 0.0086.

Sin embargo, en los puntos donde baja el nivel de plomo, otros metales tienden a mostrar índices más elevados, por ejemplo el antimonio, que en Sotomayor llega a los 0.031 miligramos, y en Puente Arumá a 0.019, cuando el máximo permitido es de 0.01.

Lograr la descontaminación del Pilcomayo implica que la presencia de metales esté por debajo del mínimo permitido por las leyes o parámetros internacionales, ya que en Bolivia esos límites no están definidos para todos los metales, una labor pendiente para los legisladores regionales.

En los últimos años, según Cervantes, los legisladores chuquisaqueños no se han acercado a la ASE para coordinar o trabajar de manera conjunta, algo que sí pasaba en gestiones anteriores.

“Antes trabajábamos coordinadamente con la Asamblea de Chuquisaca y se planteaban encuentros para hacer acciones, pero el cambio de autoridades nos hace dilatar en el trabajo y se debe volver a empezar”, comenta la activista.

UNA PROPUESTA SIN RESPUESTA

En diciembre del año pasado, la Comisión Interinstitucional de Defensa del Río Pilcomayo y Medio Ambiente presentó una propuesta de declaratoria de “emergencia hídrica” por la contaminación de la cuenca que afecta a los productos que se consumen en distintos mercados del Departamento, con el objetivo de tener recursos y ejecutar acciones concretas para mitigar el impacto de los minerales en la salud y bienestar de las familias chuquisaqueñas.

Sin embargo, a la fecha la propuesta no tuvo respuesta.

Según el asambleísta Eusebio Cordero, el legislativo departamental nunca recibió la propuesta que llegó al Ejecutivo, por lo que la responsabilidad para viabilizar esta medida estaría en las manos de la administración de Esteban Urquizu; empero, en la Secretaría de Medioambiente de la Gobernación, aseguran que la propuesta jamás llegó.

Aun así, para el Secretario de Medioambiente, declarar a Chuquisaca como emergencia hídrica no sería una acción fructífera debido a que reciben la descarga de la contaminación de Potosí e incluso de Oruro, donde se tiene algunos afluentes, por lo que una medida así no tendría el efecto esperado mientras en los otros departamentos no se tomen acciones concretas.

“No nos sirve de nada hacer una declaratoria de emergencia si seguimos recibiendo contaminación, a no ser que hagamos un plan conjunto entre los tres departamentos (Chuquisaca, Tarija y Potosí), ahí sí dará resultados y ahí sí podemos declarar emergencia, pero como Chuquisaca por más que lo hagamos no podremos solucionar nada porque vamos a seguir recibiendo la contaminación”, afirmó.

En esa línea, destacó las iniciativas tomadas a mediados de julio por las gobernaciones de Chuquisaca y Tarija, cuando en una cita en el municipio de El Puente, ubicado en la frontera con el Departamento, acordaron hablar, entre otros temas, de la situación del Pilcomayo.

El martes pasado, representantes de las gobernaciones de Chuquisaca, Tarija y Potosí se reunieron para avanzar en líneas claras y definieron como primer paso el centralizar información sobre monitoreos y líneas de acción en cuanto a contaminación ambiental para uniformar criterios y tener un reporte del estado de las aguas del Pilcomayo en las tres regiones.

“Hemos tenido bastantes avances, en un plan de acción que necesita definirlo con más precisión que los tres departamentos, quedamos en que debemos conocer qué acciones hace Potosí, qué acciones Chuquisaca y qué acciones Tarija para compartir información. Como Chuquisaca se ha informado que hemos iniciado procesos administrativos a varias minas y cooperativas y tenemos paralizadas varias actividades mineras”, comparte Flores.

Entre las tres secretarías se ha definido un trabajo basado en cuatro líneas de acción: la contaminación de los ríos que los unen (San Juan del Oro, Pilaya y Pilcomayo), residuos sólidos y aguas residuales, biodiversidad y manejo de cuencas.

“Nos falta todavía mucho por trabajar porque es un plan serio, que a corto, mediano y largo plazo nos permitirá solucionar el tema del Pilcomayo”, remarca la autoridad.

En esa línea, Flores indica que sí trabajan tomando en cuenta el Plan Director de la Cuenca del Pilcomayo que da líneas para intervenir en el tema, aunque no recursos, por lo que cada gobernación lo aplica en la medida de sus posibilidades.

En Chuquisaca, su aplicación se concentró en el manejo de cuencas, que a decir de Flores incide en el estado del Pilcomayo y ayuda a su estado; sin embargo, no se sabe con precisión cuánto se invierte desde la Gobernación para el Pilcomayo porque no cuenta con una partida específica, por lo que las acciones que se llevan adelante son parte del efecto de otros proyectos.

“Tenemos proyectos que estamos en gestión y precisamente uno es de Villa Charcas otro en Incahuasi y los Cintis; sobre todo son proyectos de represas y manejo de cuencas”, detalla.

La Gobernación destina cerca de Bs 2 millones para el área de manejo integral de la gestión ambiental, recursos que se distribuyen para todo tipo de actividades y acciones de la Secretaría del área que por ahora, tiene como meta llegar a concretar un plan con los departamentos de Tarija y Potosí para que efectivamente se logre reducir la contaminación del extenso río que atraviesa Bolivia, Argentina y Paraguay no sólo con sus aguas, sino también con sus problemas.

En la salud

Un estudio realizado en Chuquisaca hace al menos una década identificó que la contaminación minera del Pilcomayo tenía efectos en la salud de los niños y mujeres en edad fértil. Activistas sugieren que se haga un estudio actualizado.

Contaminados

De acuerdo con el monitoreo más reciente de la Gobernación de Chuquisaca el plomo rebasa en un 254% el límite de 0.05 miligramos por litro de agua en Tasapampa (Yotala), con una presencia de 1.1773, mientras que en Sotomayor se identificó 0.0072 miligramos por litro, Taygata 0.0241 y en Puente Arumá 0.0086.

En contraste, el antimonio muestra grados elevados de contaminación en: Sotomayor llega a los 0.031 miligramos y en Puente Arumá a 0.019, cuando el máximo permitido es de 0.01.

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