lunes, 21 de septiembre de 2015

Buscando nueva veta para la minería

Un largo proceso de restricciones generadas por las presiones internacionales mantienen a nuestro país en una marcada incertidumbre, particularmente en lo que corresponde a las exportaciones de nuestras materias primas, minerales y gas natural, sin contar que la crisis limita también el sistema productivo interno y consecuentemente frena la exportación diversificada de otros rubros.

En el tiempo próximo pasado, casi una década, los precios de nuestras exportaciones se vieron favorecidas por precios excepcionales en el rubro de hidrocarburos, propiamente el caso del gas, en menor escala se beneficiaron las ventas de nuestros minerales, pero mientras en el rubro gasífero, Yacimientos Petrolíferos Fiscales Bolivianos, aplicaba algunas medidas de previsión, disponiendo recursos para incentivar tareas de prospección y exploración de nuevos pozos, logrando algunos objetivos prácticos, en minería las autoridades del ministerio respectivo y otras autoridades como las de Comibol, la estatal minera, no tomaron ninguna medida preventiva y los recaudos por concepto no sirvieron ni siguiera para encarar seriamente un nuevo emprendimiento minero.

En ese tiempo pasado, la demanda china por nuestras materias primas tuvo cierta relevancia que se la aprovechó parcialmente, hasta que cambió el ciclo y con tal proceso se derrumbaron los buenos precios, cayó el valor del barril de petróleo, lo mismo sucedió con los minerales y aparecemos con una drástica disminución en nuestras exportaciones. Aquí estamos.

En lo que corresponde especialmente al sector minero, el impacto más duro recayó en la minería estatal, que explota estaño y cuyo valor por libra fina, está por debajo de la línea de equilibrio para hacer sostenible la operación. Huanuni es el distrito más afectado, debido a su condición socio laboral, con una planilla para más de 4.000 trabajadores. La otra mina de alta producción, Colquiri, se mantiene en un límite casi aceptable, cubriendo sus obligaciones internas, con una planilla no mayor a 1.200 mineros, pero aún así confrontando limitaciones productivas.

Las cooperativas son parte de la crisis productiva minera, sus sistemas de trabajo inapropiados en una mayoría de casos, falta de tecnología, dirección profesional y el manejo de capitales de incentivo, las colocan en seria desventaja para conjurar la caída de precios, de ahí que, muchos "mineros migrantes", resolvieron retornar a sus actividades primarias, en la agricultura y ganadería, otros con mayores iniciativas, lo hicieron trasladando su fuerza de trabajo al rubro de la construcción en las ciudades.

Así configurada la situación real, según los expertos, algunos profesionales de la materia y autoridades responsables del área minera, coinciden en la necesidad de aplicar correctivos en el manejo de la estructura minera nacional, promoviendo inicialmente una motivación del nivel superior, para disponer los recursos financieros que fueran necesarios, para prospectar y explorar nuevos yacimientos que en tiempos determinados, sean parte de la "minería renovada", modernizada, convenientemente respaldada y en condiciones de incorporar a la economía nacional, como sucedió en los mejores tiempos del auge minero, un sólido respaldo que garantice divisas para el Estado y regalías para las regiones, ítems que deben marcar el desarrollo sostenible regionalizado.

La crisis es un hecho tangible, su duración difícil de predecirla, pero posible de controlarla si se afinan programas de "contingencia", con aplicaciones más técnicas y jurídicamente respaldadas a través de normas operativas que marquen un nuevo camino estructuralmente diseñado para encarar la "reactivación" de la minería boliviana.

Si se trata de soportes a través de fideicomisos que apruebe el Banco Central, la concesión debe ser elementalmente operativa y con exigencia garantizada por resultados, de modo que no se trate de "apoyos más políticos" que financieramente prácticos y útiles al movimiento minero - metalúrgico nacional.



Materias que cumplir

Hay materias urgentes que cumplir, por ejemplo la

reglamentación de la Ley Minera 535, la apropiación de su sistema tributario y la elemental promoción de

garantizar inversiones, para atraer capitales y tecnolo-gía de punta, pilares importantes de una minería en

ascenso.

Evitar que aprovechando la coyuntura de los precios bajos se acuda al Estado para exigir "soportes" millonarios que sólo satisfagan intereses sectoriales sin ofrecer garantías de rendimiento y crecimiento programado, como sucede con buen número de cooperativas.

En cambio es urgente que se definan políticas de diversificación productiva en el sector estatal, considerando que es importante salvar la contingencia presente, pero con planes técnica y financieramente garantizados, para ajustar los sistemas operativos a los reales costos de producción, aumentando el volumen de minerales para exportación, mejorando su "ley de cabeza" y cubriendo lo requerido para sostener las empresas metalúrgicas, que a su vez deben incrementar su rendimiento de lingotes, de estaño por un lado, caso Vinto y el horno Ausmelt y por otro, lingotes de plomo y plata en Karachipampa con el horno Kivcet.

La nueva veta minera, se completará analógicamente, con un mayor dinamismo en completar los proyectos del litio, para lo que se ha garantizado una fuerte inversión, otro tano sucederá con el hierro del Mutún, donde también se debe encarar no sólo la extracción de materia prima sino su transformación en acero.

Encontrar la nueva veta minera significa además exigir rendimiento de alta calidad técnica en un organismo directriz, caso Comibol, para manejar la minería como un elemento clave en el desarrollo de la economía boliviana, con rendimiento efectivo y sobre todo con retorno material, que es la suma de ingresos que esperan los bolivianos para el desarrollo nacional.

No hay comentarios:

Publicar un comentario