sábado, 18 de abril de 2015

Pocas inversiones y pocos yacimientos

Hay necesidad de alentar proyectos mineros atrayendo inversiones

• La Ley Minera 535 debe ser reglamentada y establecer los impuestos

• Hay que recuperar la tendencia productiva de una minería sostenible


La minería necesita nuevos incentivos y mucha inversión para sobrevivir y autosostenerse
La minería en nuestro país parecería que está siendo reservada quien sabe para qué tiempo y en qué circunstancias, pues si bien se promulgó (en Oruro) la nueva

Ley Minera, la misma todavía no es el instrumento normativo que agilite su proyección hacia objetivos de alta producción y sostenibilidad.

Al presente se mencionan varias posibilidades para el despegue de la minería nacional, empero se trata de algunas opciones más bien sectoriales y que no son parte –todavía– de una política global en la que se incluya a todos los subsectores, en la medida de sus necesidades y las opciones de priorizar los mejores emprendimientos, además de evitar el colapso de empresas que están en riesgo por el precio bajo de minerales.

La situación presente muestra contadísimos casos en la minería privada mediana que están "capeando" el temporal de los precios bajos, es el caso de la minera San Cristóbal con fuerte inversión extranjera y una inyección financiera de emergencia; San Bartolomé, también en Potosí, está enfrentando el periodo crítico con más inversión y mayor producción.

No es el caso de la minería estatal en materia de compensar la caída de precios con más producción puesto que el principal problema es equilibrar los costos de producción y el gasto social con el precio límite en "el piso" de la cotización de minerales, por ejemplo el estaño.

El Estado ha dispuesto soportes especiales para favorecer a la minería estatal, lo ha hecho a través de fideicomisos con aval del Banco Central, recursos que permitirán mejorar tareas de exploración (interna) en el caso Huanuni incluso con el uso de equipos y modernas herramientas para elevar la cantidad de toneladas de concentrados que procese un nuevo ingenio y se abastezca la demanda de la fundición también estatal.

En otro frente de la actividad minera, caso de los evaporíticos, se ha dispuesto un fuerte soporte mayor a 600 millones de dólares que se desembolsarán de manera paulatina, para encarar la fase de industrialización del litio. Un proyecto de ejecución en tiempo relativamente corto, pues su rendimiento tendría que estar dando "frutos" en el 2018.

Pero por ahí se pierde el estrecho camino de dar un efectivo impulso al sector minero como tal, tomando en cuenta que se trata de uno de los rubros de mayor perspectiva económica, después del boom del gas, que menos mal se sostiene en sus límites permisibles de exportación a mercados asegurados.

El destacado profesor emérito de la UMSA, Armando Méndez Morales, comenta en un artículo la reciente presentación del tercer libro del experto en minería, Jorge Espinoza, exministro de minería, ambos coinciden en señalar que lo más importante para movilizar la minería será la inversión extranjera.El análisis de coyuntura puntualiza que "no hay desarrollo minero hoy, si no es con la activa participación de la inversión extranjera directa y con la presencia de empresas transnacionales en el campo de la minería". ¿Por qué? Es la pregunta de los expertos y la respuesta es simple y lógica; la actividad minera moderna requiere de mucho capital, de conocimiento, de investigación y de tecnología que países como Bolivia no los posee para cualquiera de la fase de la cadena productiva (exploración, explotación, concentración y fundición).

Según los expertos, un elemento adicional para acudir a la inversión extranjera directa en el campo minero es que se trata de una actividad económica muy riesgosa, así como se gana, también se pierde, exponen los que saben por experiencias prácticas. Se menciona también las economías de escala; los grandes proyectos mineros son mucho más rentables que los pequeños. Las grandes empresas pueden administrar mejor la alta volatilidad que históricamente caracteriza el comportamiento de los precios de la actividad minera.

Se enfatiza en el comentario, que lo expresado líneas arriba, "es una enseñanza válida para cualquier actividad económica de volumen". La mención recomienda que "una empresa no puede ni debe lanzarse a realizar inversiones en cualquier parte de la cadena de producción minera, sin cumplir previamente todas las fases que los expertos en proyecto de inversión conocen" es decir, que es imprescindible la realización de estudios a nivel de pre factibilidad, factibilidad y diseño final con mucha rigurosidad. Se preguntan ¿Qué implica esto? La respuesta en una sola palabra. Conocimiento.

Por lo tanto aunque parezca exagerada la recomendación, parece que lo que ha faltado en el último tiempo a una parte de nuestra minería es precisamente el asesoramiento profesional, la dirección técnica adecuada y la toma de decisiones en función del cumplimiento de metas que comienzan en la prospección y la exploración minera.

El otro aspecto que merece atención particularizada en la alta esfera gubernamental, es la apertura del sistema a la inversión privada, partiendo de disponer de claras reglas de juego, por supuesto con la nueva Ley Minera 535, pero con su adecuada reglamentación y una apropiada definición en materia tributaria que implique seguridad, posibilidad de invertir y recuperar dividendos en proporción a los límites concretos de gastos de operación y obligaciones sociales.

Lo que está sucediendo al presente, fuera de los proyectos "estrella", es que existe una declinación de la producción minera en el país, por la ausencia en la explotación de nuevos yacimientos que reemplacen a las ya agotadas minas de la Comibol.

Lo que mencionamos es sólo parte de un proceso que se siente pero que no se lo quiere admitir en su justa dimensión.

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