sábado, 8 de noviembre de 2014

Difícil disyuntiva para la minería: Avanza o colapsa

Según pasan los días es más perceptible la crisis de la minería ocasionada por una caída de precios en las pizarras de cotización mundial, situación que data del 2013, con mayor fuerza y sostenida en el último tiempo, con los problemas que se vislumbraban de acontecer este fenómeno cíclico en materia del valor que pagan los importadores de materias primas.

Uno de los mayores problemas es que en el caso de explotación de ciertos minerales, como el estaño por ejemplo, las operaciones están centradas en la minería estatal y el equilibrio de rendimiento productivo está por encima de los 10 dólares la libra fina (LF), pero resulta que con la baja cotización, ese valor está fluctuando entre 9 y 9,5 LF, lo que coloca a las empresas productoras en la franja roja de sostenimiento y disminuye la opción de tener utilidades.

Otro caso es de la plata que ha registrado un descenso de 28,8 % desde octubre del 2013, al presente se estima que el costo de producción de la plata es de 18 dólares la onza troy (OT). La cotización internacional señala 17, 95 OT de plata, lo que significa que ya existe un desfase en la franja de equilibrio del costo de producción y ese hecho puede agravarse más aún.

El zinc también bajó en su cotización, lo mismo que el plomo y esos detalles influyen negativamente en la programación productiva de nuestras empresas mineras, sean estatales o privadas, pero con mayor impacto en la minería pequeña y la cooperativizada.

La situación actual es realmente de alto riesgo y las condiciones vigentes generadas por la presión de China y otros grandes productores tiene su efecto en los países que dependen de la exportación de sus materias primas, es el caso boliviano, que precisamente a fuerza de mucho empeño está dando un segundo paso importante en el proceso de mejorar la calidad de los minerales con valor agregado que permite su cotización en el rango de metales, aunque recién se movilizará ese sector con el funcionamiento de Karachipampa, para hablar de plomo y plata en lingotes, además del estaño que produce la empresa Metalúrgica de Vinto, el resto seguirá siendo puros concentrados.



La disyuntiva

presente

Dadas las características del problema no hay muchas alternativas para sortear la delicada situación que según los expertos puede controlarse, primero con una agresiva política minera, que debería ser derivación de la Ley Minera, adecuadamente reglamentada, pero además con su complemento importante que establezca condiciones favorables en materia tributaria, de modo que este rubro sea una especie de incentivo a los inversionistas, dadas las condiciones de competitividad con países vecinos, donde se combatirá la caída de precios con mayor producción y no resulte arma de doble filo que aleje las inversiones.

Pues bien cumplido ese proceso de otorgar condiciones favorables y además suficiente garantía y seguridad jurídica para invertir se darán las condiciones para encarar la urgente actividad de prospección y exploración de yacimientos que permitan nuevos emprendimientos en diferentes sectores del país, donde "afloran" yacimientos mineros, caso de los dos extremos, el occidente y el oriente, donde se necesitan inversiones para disponer la fase de productividad.

Los entendidos en la materia señalan que en los casos de Perú y Chile, se sentirá el efecto de precios bajos, pero en ambos empresas de nivel internacional y poseedores de alta tecnología ya han dispuesto inyecciones financieras para mejorar los niveles de producción con lo que controlarán el desequilibrio que causa el bajón de precios.

Hay que considerar que nuestra minería "tradicional" está en franca declinación los yacimientos que todavía sirven, como Huanuni, Colquiri, el Cerro Rico de Potosí y algunas otras son residuos del auge minero en el siglo pasado.

No hay nuevos yacimientos en el sector estatal y los nuevos que muestran solvencia como el caso de San Cristóbal, corresponde al sector privado, como otras minas de Potosí por eso es que se hace necesaria la inversión minera, pero "casada", con dotación y transferencia de moderna tecnología, de lo contrario es un grave riesgo disponer de recursos sin saber cómo serán utilizados.



Hornos sin mineral

Entre los hechos, negativamente coincidentes, está la tan pregonada habilitación de dos hornos ya famosos por las referencias de su instalación y el funcionamiento (con dificultades) de uno, el Kivcet de Karachipampa, mientras que el otro, el monstruo del Complejo Vinto, el Ausmelt, todavía no funciona y en ambos casos la coincidencia es que los factores productivos de materia prima se tornan adversos.

Si no hay minerales, no hay fundición y los hornos paradójicamente pueden convertirse en costosos instrumentos de mínima rentabilidad, de ahí que este momento es crítico para el sector minero pensando en salvar su sistema de producción, aún batallando contra la caída de los precios.

De acuerdo al criterio técnico todavía hay minerales para explotación, el caso de Huanuni y Colquiri, para que esa extracción pueda equilibrarse en su costo de producción y sea aún rentable la operación, entendiendo que con esfuerzo de cooperativas podría salvarse la dotación de minerales al Ausmelt.

En el caso de Karachipampa, el asunto es menos complicado aunque seguramente se hablará de compensaciones en materia de precios, pero la minera privada San Cristóbal podrá mantener el mayor porcentaje de provisión de concentrados para el Kivcet.

Se menciona estos hechos porque son de alta prioridad en función de salvar la minería y la metalurgia en operación. Es otro cantar, se dice, los casos del hierro del Mutún y el litio del Salar donde también son urgentes las decisiones para establecer alianzas, sociedades o convenios compartidos, pero con inversionistas de alto nivel para no retroceder después en la proyección de esos dos mega proyectos de la minería boliviana.

Lo principal son políticas claras, decisiones superiores para salvar la minería, este es el tiempo de la gran disyuntiva: O la minería avanza o colapsa.

Medios, Agencia Uru, PM.

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