miércoles, 29 de mayo de 2013

¿Crisis de la minería estatal en auge de precios?



La declaración del ministro de Minería, Mario Virreira, en el sentido de que la empresa Huanuni arrastra un alto déficit y estaría al borde de la quiebra por causas atribuibles a sus trabajadores y sindicato, nos mueve a una reflexión crítica y a una duda razonable. Es difícil entender cómo una firma minera que explota uno de los yacimientos más grandes y ricos del mundo (Huanuni), en un contexto externo sin precedentes y muy favorable de precios, pueda enfrentar semejante descalabro económico.

La actividad minera produce empleando recursos naturales no renovables, cuya característica es su heterogeneidad. Ningún yacimiento es igual a otro; la naturaleza ha hecho su trabajo en millones de años que preceden a la presencia del hombre. Así, cada yacimiento es diferente en calidad, tamaño y ubicación.

Cada vez que se consume un gramo de mineral, sin considerar lo que se pueda recuperar secundariamente por reciclaje, el stock de reservas positivas disminuye, haciéndose más escaso. Sin embargo, el agotamiento económico no necesariamente ocurre cuando se acaba físicamente una reserva mineral, sino por el efecto combinado del alza de precios que resulta de la escasez y del alza de costos que deviene del hecho que a la par que se agotan los recursos va disminuyendo su calidad. La combinación de ambos factores se traduce en el alza de precios hasta alcanzar el precio máximo de sustitución.

Cada recurso natural no renovable tiene un precio máximo de sustitución a partir del cual resulta que es más rentable usar un sustituto más barato y que contiene las mismas propiedades.

Por estas razones, el alza sostenida de precios de los recursos debe ser motivo de regocijo, euforia y a la vez de preocupación. Regocijo, porque los altos precios determinan que las rentas de recursos sean elevadas y euforia porque las mayores rentas se concentran en los yacimientos de mejor calidad, mayor tamaño y mejor ubicación. Éste es el caso del yacimiento Huanuni, que no es marginal; al contrario, siendo un dechado generoso de la naturaleza, debiera estar generando las rentas de recursos más elevadas de todos los tiempos. Al mismo tiempo, es motivo de preocupación, porque el incremento de precios nos aproxima al abismo de su sustitución. Recordemos lo que pasó en los 70 y 80, cuando el alza sostenida y artificial del precio del estaño llevó a su sustitución por el aluminio (más barato y abundante), lo que condujo al país a una hiperinflación fuera de control.

Desde 2002, los precios de los minerales subieron por la emergencia de China como importador y por la presencia de factores especulativos originados en el apalancamiento financiero de la crisis del capitalismo. Deflactando los precios del estaño por la inflación de Estados Unidos, el alza fue rápida, como se puede ver en el gráfico 1.

En los últimos diez años (2002-2011), el estaño subió cinco veces su valor real (de $us 2 la libra a $us 10,24). En 2012 bajó al 20%, y puso fin a la escalada de precios e inició una tendencia hacia la baja. La producción de estaño en Huanuni se mantuvo en 7.000 toneladas año bajo el control del Estado hasta 1993. Luego bajó hasta llegar a 3.198 toneladas entre 1997 y 1998, antesala al desastroso proceso de apertura al capital privado que ocurrió en 2001 con la suscripción del contrato de riesgo compartido con una empresa indú-inglesa. En 2004 se produjo la intervención gubernamental que duró hasta 2006, cuando la administración de Evo Morales decidió nacionalizar Huanuni. En 2006, la mina produjo 6.900 toneladas y desde entonces hasta 2012 la producción aumentó en 33%, hasta alcanzar 9.175 toneladas en 2012.

Sin inversiones con economías de escala o cambios tecnológicos, la mayor producción se atribuye a más guía mina, o sea, a una explotación intensiva en mano de obra y selectiva de las zonas ricas de la mina. Esto compromete el futuro del yacimiento, porque las reservas que se dejaron son de baja ley y demandarán precios más elevados para su explotación rentable. Esto explica el descenso de la producción cuatro años seguidos (2009-2012).

Huanuni empleaba a 700 trabajadores hasta 2006. Al final de ese año se produjo el avasallamiento por parte de las cooperativas; en 2007, el gobierno del Movimiento Al Socialismo (MAS), en una decisión salomónica, ordenó la contratación de 4.200 cooperativistas como obreros regulares. El impacto antieconómico fue catastrófico para la productividad, como se puede ver en el gráfico 2.

El gráfico 2 muestra que la productividad física laboral media ha bajado entre 2005 y 2012 en 82%. Cada trabajador producía 10,27 toneladas/año en 2005, y en 2012 el rendimiento laboral bajó hasta 1,85 toneladas/año. El valor deflactado de la producción por trabajador también disminuyó en estos siete años en 58%, de $us 262 por trabajador/día en 2005 hasta $us 111 dólares por trabajador/día hasta 2012.

La paradoja es que según el informe del Ministro de Minería, mientras bajaba la productividad laboral en Huanuni, los salarios (jornal y precios de contrato) subieron en 2012 hasta un promedio de Bs 15.000 mensuales por trabajador y los precios de contrato hasta Bs 50.000 por trabajador/mes. Esto significa que las remuneraciones subieron porcentualmente más que los precios del estaño. Como sabe un estudiante de primer año de economía, los precios pueden bajar, pero los salarios nominales son inflexibles a la baja.

Por tanto, parece evidente que no fueron sólo los trabajadores los que causaron la cuasi quiebra de la nacionalizada Huanuni. Lo que queda por conocer es: ¿qué decisiones adoptará el Gobierno para enfrentar el déficit, más aún si los precios continuarán bajando? Al parecer, sólo tienen dos instrumentos de política: o relocalizan a los trabajadores excedentes o incrementan el financiamiento del déficit con mayor crédito al sector público. ¿Qué opina usted? ¿Huanuni debe ser una empresa económica o continuar siendo una empresa social al servicio del Gobierno de turno?


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