martes, 15 de enero de 2013

Reactivación de las fundidoras busca recuperar ‘tierras raras’



El inicio de operaciones de la fundición de Karachipampa, el “elefante blanco” que estuvo parado 28 años, es parte de los objetivos de inversión de Comibol en la reactivación de otras fundidoras para obtener metálicos y también “tierras raras”.

Bolivia exporta principalmente concentrados de los minerales y en menor cantidad metálicos que tienen mayor valor en el mercado internacional. En nueve meses del año pasado, las exportaciones mineras facturaron $us 2.727 millones, un 2% más que en 2011, a pesar de la caída de los precios internacionales, según datos estadísticos del Ministerio de Minería.

Para el presidente de la Corporación Minera de Bolivia (Comibol), Édgar Pinto, invertir en plantas de fundición en el país es una prioridad para multiplicar los ingresos por la exportación de minerales considerados estratégicos.

En las fundidoras se puede obtener productos de mayor valor como minerales con mayor pureza y aleaciones. En el mercado internacional este tipo de productos tiene demanda en las industrias de tecnología moderna (chips, celulares, computadoras, maquinaria ultramoderna, imanes, resonancia magnética nuclear, etc.). Por ejemplo, en los concentrados de minerales de zinc se van otros minerales que son considerados “impurezas” y por los que no se pagan, más bien disminuyen el valor, explicó la autoridad.

“Del zinc sabemos que la libra no sobrepasa el dólar, pero los acompañantes son los que tienen más valor. Todo mineral de zinc está acompañado de cadmio, indio, galio y esos valores ellos recuperan en sus fundiciones”, indicó. En el mercado internacional el valor del un kilo de indio está en alrededor de $us 600, mientras que la libra de zinc está en $us 0,88. Un kilo equivale a 2,4 libras. Por tanto, un kilo de zinc vale $us 1,5.

Esta es una de las razones por las que Comibol puso en marcha la fundición de Karachipampa. “La apuesta son los valores agregados que vamos a obtener, además del plomo y la plata. Lo malo es que no están en grandes cantidades, son gramos por toneladas; pero se va acumulando el producto”, subrayó Pinto.

El experto en metalurgia sostuvo que “al extraer plata también se va a recuperar oro y en el oro están pegados el iridio y el platino”. En la fundición de Vinto se recupera estaño, oro, bismuto, cobre y se hacen aleaciones de peltre con estaño y antimonio. La investigación y la tecnología para recuperar estos y otros metales se desarrolla en países de alta industria como Alemania y China.

Allí realizan aleaciones especiales y de metales obtenidos de las “tierras raras” para una diversidad de aplicaciones en tecnología moderna. En estos países, las inversiones buscan los lantánidos.

El nombre de “tierras raras” se da a un grupo de 17 elementos químicos: escandio, itrio y 15 elementos del grupo de los lantánidos (lantano, cerio, praseodimio, neodimio, prometio, samario, europio, gadolinio, terbio, disprosio, holmio, erbio, tulio, iterbio y lutecio). Otras clasificaciones incluyen a la serie de los actínidos: torio, protoactinio, uranio y diez elementos transuránicos (neptunio, plutonio, americio, curio, berkelio, californio, einstenio, fermio, mendelevio y nobelio), todos ellos poseen propiedades radiactivas.

“Con nuestros equipos en Karachipampa hemos hecho pruebas, en las que se lanza el espectro de toda la tabla periódica y encontramos, por ejemplo, el cerio y el rubidio que sirven para crear aleaciones de alto poder”, dijo Pinto.

“Estos elementos están en el país y no le damos importancia. Estamos en lo tradicional: estaño, zinc, antimonio, plata, plomo, etc., y ellos están en los otros elementos”, expresó. Si bien existe el interés de mirar a este nuevo mundo del negocio de los metales, Pinto sostiene que “necesitamos inversión en tecnología. Si ellos (industrias e inversores) saben que sí tenemos (estos elementos), es un interés que va a servir para que mañana nos integremos con ellos y hagamos buenos negocios”.

El coltan es otro ejemplo. Es una aleación de tantalita y columbita. “Es el de mayor valor en el mundo y lo tenemos en el precámbrico (serranías de San Ramón). Nuestra próxima incursión como Comibol, en la siguiente gestión, tiene que entrar en la explotación de estos elementos”, manifestó. Sirve en la industria electrónica, algunos de sus compuestos resisten altas temperaturas y ataques de la corrosión. En Bolivia se encuentran en el departamento de Santa Cruz. Comibol reabrirá este año la fundición de Catavi para tratar chatarra; también la de Huanuni.

La minería boliviana vive un proceso de desinversión

El libro Los dilemas de la minería escrito por Dionisio Garzón, Henry Oporto, Jorge Espinoza y Pedro Portugal revela que la nueva ley minera pretende subir las regalías y los impuestos por encima del 67% que se paga en la actualidad, hecho que haría inviable esa actividad productiva.

En una presentación a la prensa, realizada el año pasado, los autores señalan que el problema no es tanto la incertidumbre por la inestabilidad de los precios; ni siquiera es la lucha fratricida de las facciones de mineros (casos recientes de Colquiri y Mallku Khota). “La cuestión medular es la baja competitividad de la minería boliviana y el déficit de inversiones”, aseguran los autores, en el marco de estudios realizados por la Fundación Pazos Kanki.

Sostienen que las escasas inversiones no permiten sustentar un desarrollo robusto y de largo plazo de la actividad minera. Precisan que en 2011, la minería mediana representó el 60% del total de las exportaciones mineras; en cambio, al primer semestre de 2012 su participación cayó al 48,7%, lo que supone que el país percibe menos ingresos fiscales.

“De hecho, la suma de la regalía que la minería mediana paga es el 66,6% del total nacional, más del doble de lo que el Estado recauda por ese concepto del sector cooperativo (28% del total). Comibol aporta el 5,1% de las regalías mineras”, según el estudio.


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