jueves, 8 de septiembre de 2011

La fortuna de Simón I. Patiño

Mucho se ha escrito sobre la proverbial fortuna de Simón I. Patiño (1860-1947), indiscutido rey del estaño, pero no se ha cuantificado el origen de ella. Hijo de Eugenio Iturri (de ahí la inicial "I" que adoptó en su nombre) y de María Patiño, a los 24 años trabajó en la famosa mina Huanchaca, primera productora de plata del país, que marcó en forma indeleble su espíritu minero. Se trasladó a Oruro donde trabajó en la firma alemana Herman Fricke y Cía., rescatadora y exportadora de minerales, donde conoció a Sergio Oporto, al que le compró en 1894 el 50% de su concesión minera La Salvadora de cuatro hectáreas, situada en la cumbre del cerro Juan del Valle, que debido al estaño de baja ley explotado, los problemas económicos eran permanentes.

Por la persistencia de los problemas económicos, en 1895 Patiño compró el 50% restante y se hizo cargo de las deudas de Oporto. Se retiró de la empresa Fricke y fue a atender personalmente las labores mineras. Como no mejoraban las vetas de baja ley, su esposa Albina Rodríguez tuvo que vender sus joyas para irse a vivir con él junto con sus hijos.

Una mañana de 1900 Patiño escuchó gritos de sus trabajadores que le informaron haber descubierto una rica veta de plata. Su reacción fue exclamar "Dios mío, haz que no sea plata, que sea estaño", debido a que entre 1880 y 1900 el precio de la plata bajó de 16,61 dólares por libra fina ($us./LF) a 8,94 $us./LF, mientras que el precio del estaño subió de 0,20 $us./LF a 0,30 $us./LF. Los análisis realizados en Huanuni de tres muestras de la veta denominada también La Salvadora dieron 47%, 56% y 58% de estaño. Patiño había descubierto la veta más rica y potente (más de dos metros de ancho) del mundo. Esta prodigiosa veta descubierta en el momento propicio (ya que la utilización del estaño en la creciente industria de la hojalata para conservas y la Primera Guerra Mundial, hicieron que su precio continuara subiendo hasta 0,60 $us./LF entre 1925 y 1928), fue la base de la colosal fortuna de Patiño, como se explica enseguida.

Considerando una ley de estaño de 50%, regalías de 5% (entre 1900 y 1920 época de esplendor de este mineral el impuesto a la exportación fue de sólo el 4,9%), un costo de producción mina actualizado de 70 dólares por tonelada, los actuales costos de fundición de Vinto y de realización y un precio de 8 $us./LF (que debido al valor cronológico del dinero puede ser mucho menos que los precios entre 1900 y 1920), cada tonelada extraída de la veta La Salvadora daría una utilidad de 7.345 dólares. Explotando sólo 100 toneladas diarias se tendría una utilidad anual de 220 millones de dólares. Esto explica su vertiginosa acumulación de dinero, mucho más rápida que de los conocidos millonarios de la época. El estaño alcanzó su precio máximo de 15,08 $us./LF el 11 de abril pasado. Con un precio de 12 $us./LF la utilidad por tonelada extraída sería de $us. 11.300.

Las monumentales utilidades de la veta La Salvadora permitieron a Patiño adquirir la mina Japo en 1905. En 1906 fundó el Banco Mercantil con un capital de un millón de libras esterlinas, que doblaba al capital sumado de los seis bancos existentes entonces y era mayor al Presupuesto General de la Nación. En 1912 compró las minas Huanuni, Kami y Canutillos y posteriormente las minas Gallofa y Colavi; en 1919 fue socio de la mina Colquechaca; en 1924 tomó el control de lo que sería la Empresa Minera Catavi, en 1926 adquirió la mina Viloco y en 1930 la Compañía Minera y Agrícola Oploca de Bolivia.

Con la participación de capital británico constituyó la "Patiño Mines & Enterprises Consolidated Inc.", registrada en Delaware, Estados Unidos el 5 de junio de 1924, que le permitía hacer minería y actividades relacionadas en todo el mundo. Así compró la fundición de estaño más importante Williams Harvey & Co. (Inglaterra) en 1929. En 1934 logró el control de Consolidated Tin Smelters Limited, la unidad más grande de estaño del mundo producto de la fusión de Williams Harvey, Cornish Tin Smelting y Eastern Smelting, con más del 40% de la capacidad mundial de producción. Al final Patiño controló ocho fundiciones de estaño.

Fuera de Bolivia Patiño logró el control de 20 operaciones estanníferas, de ellas ocho en Malasia entonces el primer productor mundial, que explotando placeres tenían costos de producción más bajos que en las minas de Bolivia, cuyas vetas declinaban paulatinamente en ley. Las otras operaciones estaban ubicadas en Indonesia, Tailandia, Nigeria y Holanda.

Patiño según Guillermo Bedregal "logró tener el máximo poder económico y político de Bolivia" y "logró situarse, en su mejor época, como el quinto millonario del mundo y el más rico de Iberoamérica". Para Roberto Querejazu "el grueso de la riqueza de Patiño fue amasada entre 1903 y 1929, proveniente tanto de sus minas en Bolivia como de sus empresas en el extranjero". Carlos Mesa indica que Patiño "En 1925 había sido reputado por el New York Times uno de los diez hombres más ricos del planeta". Gregorio Iriarte señala que "En 1940 la fortuna de Patiño llegaba a los 1.000 millones de dólares. En 1968, su hijo Antenor declaró que su fortuna había alcanzado los 3.000 millones de dólares, mientras el producto nacional de Bolivia no llega a la cuarta parte de esa cifra".

Para Sergio Almaraz "Patiño era y es Patiño. Su nombre representa tanto para el estaño como el de Ford para la industria del automóvil. Es el único nombre que con poder multimillonario salió de la mediocridad latinoamericana para insertarse en las finanzas británicas, corazón del capitalismo europeo hasta la primera guerra mundial". Indica también que "Este minero fue el personaje más poderoso de Bolivia en media centuria…. Convertido en árbitro de la vida económica del país, le habría bastado demorar el pago de impuestos para derribar a un gobierno o, empleando métodos menos drásticos hacer valer su opinión personal para impedir el nombramiento de un ministro".

(*) Ingeniero. Datos tomados del libro "Minería boliviana. Su realidad" escrito por el autor del artículo.

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