lunes, 18 de abril de 2011

Nanotecnología y litio ¿Una oportunidad para Bolivia? (Parte Quinta)

El consumo mundial de litio se ha incrementado de las 100 toneladas de carbonato de litio equivalente (LCE) por año en los inicios de 1900 alrededor de 85.000 toneladas por año un siglo después (SQM, 2009). Ha sido durante los últimos diez años donde la industria mundial de litio experimentó un considerable cambio, duplicándose la demanda mundial de carbonato de litio (desde las 45.000 TM en 1990). Para los próximos 10 años, SQM (2009) proyecta un crecimiento anual de la demanda por litio en un 5% por ciento. Y dentro, de eso, las baterías recargables serían las protagonistas, con tasas cercanas al 10% anual. Hacia 2018, las baterías recargables representarán el 42% de la demanda (en 2008 la cifra fue de 27%) y las destinadas a vehículos representarán entre el 10 y el 15 por ciento.

PERSPECTIVAS DEL LITIO BOLIVIANO

Con una reserva de 5,4 millones de toneladas métricas (TM) de Litio, Bolivia cuenta con las reservas más grandes del mundo (según el Servicio Geológico de Estados Unidos). El litio de la salmuera del Salar de Uyuni es el más grande, seguido del Salar de Coipasa y otros menores como los Salares de Empexa, Chiguana, Challviri, etcétera. Todos ellos declarados Reservas Fiscales mediante Decreto Supremo 21260 de mayo de 1986.

Desde mayo de 2008 el Gobierno ha impulsado la construcción de una planta piloto para obtener alrededor de 480 TM de carbonato de litio al año. Se espera que el proyecto se encuentre en pleno funcionamiento recién en el año 2011. Por otro lado, el Gobierno ha anunciado que invertirá 350 millones de dólares en una planta industrial que producirá entre 20 y 30 mil TM de carbonato de litio en el 2015 (Comibol, 2009; Zuleta 2009 y 2010).

LOS PARTÍCIPES DE LA BÚSQUEDA DEL LITIO BOLIVIANO

Con la visión de un extenso nuevo mercado global para el Li, producto de la demanda de VE, se ha iniciado una carrera internacional para formar parte de la explotación del mineral. Algunos de los mayores nombres del mundo corporativo, desde Corea del Sur, Rusia, China y Brasil están tocando las puertas bolivianas aunque Japón y Francia se han adelantado en los acercamientos. En el primer caso, Japón, las empresas Mitsubishi y Sumitomo líderes en la tecnología de baterías de Li hicieron presente su interés en la oferta boliviana del Li, aunque dejaron en claro que Bolivia no es el único actor en el juego y externaron su serio interés en la oferta argentina del salar de Jujuy. Sumitomo ya tiene intereses económicos importantes en el sudoeste de Potosí, puesto que en el 2009 compraron la minera San Cristóbal (MSC) -donde se realiza la explotación de plata, zinc y plomo. Las palas eléctricas y los caminos de la mina pueden proveer de una invaluable infraestructura para el desarrollo del Li. No obstante este involucramiento japonés en la zona es también una potencial amenaza. MSC es la mayor fuente de contaminación y de daño ecológico en la región y una razón para el creciente descontento de los comunitarios. A medida que el pueblo boliviano se centre en los posibles daños medioambientales del desarrollo del Li, el papel de Sumitomo en la mina puede causarle una desventaja insalvable frente a otras compañías (Hollender y Shultz, 2010: 28).

En el segundo caso, Francia, la empresa de Vincent Bolloré tiene planificado incrementar gradualmente la producción de su EV "Bluecar" empezando este año con 10.000 unidades para lo cual, la compañía necesita asegurarse el aprovisionamiento de baterías de Li. Por ello, han expresado, en reiteradas reuniones con el presidente boliviano Evo Morales, su intención de constituirse en un actor clave en el desarrollo del Li boliviano. La compañía ya cuenta con concesiones de Li en el Salar de Hombre Muerto, Argentina, donde se prevé la creación de una planta de carbonato de Li en los próximos años (Hollender y Shultz, 2010: 29).

También los gobiernos son actores claves en la carrera por el Li boliviano, hasta ahora la estrategia gubernamental boliviana con los gobiernos extranjeros que desean involucrarse en el negocio del Li ha evitado todo compromiso formal y mantiene a los interesados en espera de acuerdos amistosos y cartas de intenciones; como son los casos de Corea del Sur, Brasil e Irán.

EL PLAN BOLIVIANO PARA EL LITIO

Las responsabilidades gubernamentales para llevar adelante las complejidades implícitas en el desarrollo del Li residen en varias instituciones. La Corporación Minera de Bolivia (Comibol) es la encargada de operativizar los proyectos en el área minera, sin embargo, el Ministerio de Minería y Metalurgia es al final de cuentas la instancia que toma las decisiones. Adicionalmente se ha conformado un comité asesor científico para la industrialización de los recursos evaporíticos de Bolivia, diseñado para difundir la información entre el Gobierno boliviano y los ofertantes corporativos que están interesados en el Li del país. La estrategia gubernamental es tener acceso al pensamiento y conocimientos de dichos gobiernos y compañías sin tener que comprometerse a ninguna asociación de larga duración. Sin embargo, hasta la fecha, el Comité no ha podido producir ningún informe público sobre sus hallazgos o conclusiones, lo cual siembra muchas dudas sobre su credibilidad (Hollender y Shultz, 2010: 29).

En el aspecto técnico, el Gobierno boliviano ha invertido 5,7 millones de dólares en el desarrollo de una planta piloto cerca de Río Grande, al borde del salar de Uyuni. El objetivo de la planta es probar los cuatro pasos clave para extraer salmueras ricas en litio. La planta piloto está diseñada para producir 480 toneladas métricas de carbonato de Li por año y se prevé su funcionamiento pleno para finales del 2010. Desde una visión de largo alcance, el verdadero propósito gubernamental, con relación a la planta piloto, no es producir las pequeñas cantidades que saldrán de ella, sino preparar a Bolivia para la expansión productiva y lograr la industrialización del metal. Basada en la experiencia obtenida en la planta piloto, el Gobierno aspira construir una planta a escala industrial capaz de producir alrededor de 40.000 toneladas de carbonato de Li por año. Adicionalmente, el Gobierno boliviano tiene intenciones de desarrollar siete industrias químicas básicas establecidas en la región (además de la fábrica procesadora de carbonato de Li y otra para procesar productos con potasio), con el propósito de abastecer insumos necesarios para el procesamiento del Li. Todo esto se constituye en la antesala de los objetivos del gobierno de Morales, a largo plazo, la producción de baterías de Li y automóviles eléctricos; aspiraciones que no dejan de ser mínimamente audaces para la realidad boliviana, considerando que se trata de un país primario exportador que importa los artículos manufacturas más básicos (Zuleta, 2009; Hollender y Shultz, 2010: 30-33).

(Continuará la próxima edición)

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