jueves, 5 de agosto de 2010

En el mutún: ¿quién tiene la culpa?


Sin lugar a dudas lo del Mutún es un hecho que no acaba de solucionarse y por sus connotaciones mantiene en grandes dudas a toda la ciudadanía, pues se trata de uno de los emprendimientos más grandes en materia de minería y siderurgia para encarar, como se dijo, la verdadera reactivación de la gran minería nacional.

Por otro lado, el oriental, el asunto preocupa grandemente de manera muy particular a la gente especialmente de Puerto Suárez, que tiene cifradas sus esperanzas de desarrollo regional en el proyecto del hierro y el acero, con el componente social de favorecer a su gente con fuente de empleo por muchos años, la que debe capacitarse paulatinamente para enfrentar el reto de un cambio en sus tareas rutinarias, de comercio, agricultura y ganadería.

Para el país, el Mutún es un desafió a la capacidad de las autoridades que deben señalar con bastante acierto y solvencia la mejor opción de encarar el primer gran emprendimiento de la macro minería, bajo el sistema de sociedad estatal y privada con una empresa internacional como la Jindal que sabe de su trabajo, pero que al mismo tiempo exige reciprocidad en el cumplimiento de un convenio, que al parecer de momento fue incumplido por los dos socios.

Hablar del Mutún es señalar el yacimiento de hierro más grande en la región sudamericana, por tanto de interés o mera curiosidad de gobiernos vecinos, el caso de Brasil colindante en la frontera justamente con el yacimiento, pero además de otros potenciales inversionistas que mantienen esperanzas como Venezuela o más allá Rusia y los asiáticos que observan cada detalle en el curso de un proceso que todavía muestra inseguridad y fallas procedimentales.

Por lo que se conoce y de manera oficial es que la Jindal no cumplió con su plan de inversiones y desembolsos para alentar la explotación de hierro, aunque físicamente logró acumular una buena cantidad de hierro para su inmediata exportación, la misma que no se concretó porque…fallas hay en el cumplimiento del convenio. La Jindal y con mucha razón exige también al Estado Boliviano el cumplimiento en la dotación de una determinada cantidad de predios, que evidentemente no se sanearon para su transferencia a los hindúes. Lo que no se quiere reconocer es quién incumple primero y por tal razón obliga a una lógica posición de resistencia (a desembolsar) en defensa de derechos adquiridos a través de un contrato vigente.

Si no hay seriedad entre las partes, es casi seguro que existirán desacuerdos, lo que corresponde entonces es que “limpiando” las irregularidades, se admitan las consecuencias de un hecho que debe ser reencaminado por la vía legal, mostrando al exterior que en Bolivia son posibles los grandes emprendimientos y que mayores inversiones serán respetadas, bajo normas de plena seguridad jurídica y/o garantías exigibles y respetadas.

Se trata de la imagen nacional, por tanto no pueden admitirse improvisaciones o posiciones autoritarias. El proyecto siderúrgico debe avanzar, tomando en cuenta que el Estado está tentado de explotar la otra mitad del cerro, cuando en la práctica y una sociedad vigente de por medio, todavía no puede hacerlo en la primera mitad. Hay que establecer de quién es la culpa en el Mutún.

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