miércoles, 12 de diciembre de 2007

Producción de estaño requiere con urgencia más exploración

El precio más bajo del estaño se dio el 5 de marzo de 2002 con 1,72 dólares la libra fina y el más alto el 16 de noviembre de 2007 cuando alcanzó a 7,85, superando el récord de 7,61 establecido en 1981.

“Desde entonces, su precio se ha disparado este año el 2004 estaba en 3,81 dólares: el 2005 en 3,47; el año 2006 a 3,96 la libra fina y de enero a septiembre de 2007 en 6,31 dólares.

En octubre y noviembre continuó subiendo el precio. Sin embargo, la producción de este año disminuyó en relación con el año pasado debido al natural agotamiento de varias minas, a pesar de que actualmente los precios permiten explotar parajes de baja ley, por lo que es fácil prever una caída aún más drástica de la producción con precios bajos”, afirma el ex ministro de Minería, Jorge Espinoza Morales.

De esa manera la ex autoridad enfoca que uno de los principales desafíos que tiene ante la actual gestión de gobierno, es incentivar la exploración como la veta más rica que aún puede dar mayores dividendos al país.

En ese entendido, subraya que las cooperativas, según datos del Ministerio de Minería y Metalurgia, exportaron el 2006 un 35 por ciento del estaño (Huanuni un 63 por ciento), y ahora que disponen de medios económicos “deberían estar ejecutando agresivos programas de exploración, para preparar nuevos parajes de trabajo. No puede volverse a la subvención realizada por Comibol los años 2002 y 2003, debido a los bajos precios”.

Asimismo, puntualiza que el cambio de la explotación de estaño por polimetálicos en varias minas importantes y, el empobrecimiento gradual de los viejos yacimientos, “harán imposible alcanzar las producciones de estaño de décadas atrás y, si no se hace exploración y no se encuentran nuevas minas (no precisamente de estaño), continuará la caída de la producción hasta que se cierren las minas, lo que ocasionará problemas sociales de magnitud derivados de la desocupación”.

Para la ex autoridad de gobierno, para realizar trabajos de exploración, cuya urgencia ha sido reconocida en diversas oportunidades por el Ministro de Minería y Metalurgia, consciente del agotamiento de las viejas minas, por primera vez en muchas décadas, ahora la Comibol dispone de fondos, que deben pasar de 100 millones de dólares, provenientes de los pagos de los contratos de arrendamiento y riesgo compartido, así como de las utilidades que genera Huanuni.

“No existiendo ya el justificativo de la falta de fondos, sería imperdonable que Comibol no inicie estos trabajos de inmediato, en sus extensas concesiones exploradas y explotadas en no más del 10 por ciento de su superficie, donde están ubicadas las minas vetiformes más grandes e importantes del país”, asevera Espinoza Morales.

Agotamiento natural

Espinoza pone de manifiesto algo que se vive a diario en las minas del occidente del país, donde las vetas estañíferas, cada vez más angostas y pobres, no son recomendables para una explotación mecanizada, porque la exagerada dilución de la ley de las vetas ocasionó una rápida y sostenida caída de la ley de cabeza, así como los inadecuados flujogramas de los viejos ingenios, reflejados en una caída también rápida y sostenida de la recuperación (sólo el mineral recuperado tiene valor), que entre 1961 y 1977 cayó del 61 por ciento al 51 por ciento.

“Las cooperativas demostraron que utilizando métodos más selectivos (semimecanizados o manuales), se puede explotar económicamente vetas angostas”, explica.

En la actualidad, de las mencionadas minas estañíferas de Comibol, Colquiri y Bolívar son operadas por Sinchi Wayra, produciendo ahora polimetálicos (ya no estaño), y en todas, excepto Huanuni, que es la única mina operada por Comibol, existen cooperativistas.

“En las minas medianas ninguna es operada directamente por sus propietarios y en varias de ellas existen cooperativistas. En las minas Unificada y San José, operadas por cooperativas, se dio también el cambio productivo de estaño por polimetálicos. La gran mayoría de las minas estañíferas chicas han cerrado por agotamiento”, agrega.

De esa manera, da cuenta que como Bolivia producía la cantidad necesaria de estaño, y Luis Soux y posteriormente Mariano Peró demostraron que era posible fundirlo industrialmente, se justificaba la instalación de una fundición antes de 1950, pero debido al bloqueo de Simón I. Patiño, el principal productor que resguardaba sus intereses en otras fundiciones extranjeras y a que los varios gobiernos del MNR no pudieron concretarla.

Sin embargo, añade que se hizo realidad recién en 1971, cuando su producción había empezado a bajar por el rápido empobrecimiento de las minas de Comibol.

“Se instaló una planta de alta ley con capacidad de 20.000 toneladas finas (TF) por año y después (1980) se añadió una de baja ley para 10.000 TF, que sólo funcionó seis años. El tratamiento máximo se dio en 1981 con 19.821 TF y el mínimo en 1987 con 2.610 TF. Posteriormente nunca se alcanzó a tratar 15.000 TF por año”, afirma la ex autoridad.

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